La Navidad con los seres queridos

La Navidad es la fiesta que se celebra con la familia y los seres queridos para conmemorar el nacimiento del Niño Jesús, quien es el que viene para bendecir una vez más a la familia a través de los siglos. En la simbología cristiana la Navidad es el amanecer de una nueva vida. Una vida que llega llena del espíritu diáfano y nos inspira a los hombres del mundo a cuidar y compartir nuestra vida y la de los demás.

La Navidad es la temporada del amor  y de la reflexión, nos permite a los seres humanos practicar los valores de la unión, de la solidaridad, del respeto, de la lealtad y del compartir dentro de una atmósfera constructiva en la cual todos debemos sentirnos útiles, capaces de expresar a través de nuestro espíritu diáfano, la fraternidad entre todos los seres humanos sin discriminación alguna. Esta fiesta familiar alimenta la práctica solidaria del dar y del recibir, recordar que somos hechos de materia y espíritu bendecidos por el Creador del Universo.

El ser humano parado frente al paisaje del universo, en un minuto de reflexión se reconoce como el más pequeño grano de arena frente a la majestad del cosmos; por lo tanto, es un sujeto dual compuesto de energía pura y materia y existe dentro del misterio de la creación como el espíritu capaz de crear, de moverse y de bendecir la vida.

La Navidad es la fiesta que nos permite avivar tradiciones religiosas en cada lugar del mundo, por lo tanto, nos permite disfrutar de la alegría, del amor, de la unión entre los seres queridos, siendo el regalo más valioso el de la unión, el del perdón y el disfrutar de las cosas pequeñas que puedes conseguir para compartir con los demás en la vida.

Esta fiesta le da a los seres humanos la oportunidad de practicar la reconciliación, la gratitud, la paz y la lealtad para comenzar una nueva vida. Generalmente son los niños el centro de la fiesta porque en ellos está reflejado el Niño Jesús que nace y visita cada año a cada uno de los hogares del mundo, bendiciendo con su presencia simbólica que somos creados para compartir y darnos a los demás solidariamente como peregrinos del mundo.

Los valores de la Navidad para los niños del mundo

1.   El valor de la unidad:

La Navidad es un tiempo de felicidad,  para disfrutar en familia. Nuestros hijos lo saben, pero a veces se les olvida porque a papá y mamá también se les olvida; y la causa es porque el trabajo los absorbe y les falta darles a sus hijos tiempo de calidad. Por eso, podemos aprovechar las reuniones, las cenas y las comidas familiares para recordarles esta fecha. Cuéntales con entusiasmo cómo fue tu experiencia cuando eras niño, cómo intercambiabas juguetes con tus amigos. Que estilo de villancicos sonaban en tu sala, si tal vez se formaban grupos con amigos para expresar los cantos en los diferentes coros. Como tal vez te disfrazabas para darle más veracidad a la fiesta de la navidad, como eran los juguetes que te regalaban. Si tal vez compartías con otros niños tus juguetes y/o con las reuniones de chocolatadas, si en la época escolar se organizaban en cada una de las aulas la celebración de la navidad, intercambiando regalos y disfrutando de ricos pasteles, etc.

2.   El valor de la solidaridad:

Es el valor que tiene sus cimientos en el compartir con desprendimiento, con alegría, dando y recibiendo para que todos puedan ser participantes en las actividades de la Navidad. Los sentimientos y las reacciones de felicidad se demuestran de manera transparente y espontánea. No disfrutes sólo esta experiencia, es dignificante que tú puedas poco a poco, cada vez más compartir con los demás para sentirte mejor persona.

3.   El valor de la generosidad:

Este valor enseña a los niños del mundo, que en el mundo, hay gente que no tiene recursos satisfactorios para celebrar la Navidad, por lo tanto, los papás son los artífices de alimentar el espíritu de dar y compartir y de practicarla con ellos. Lo pueden hacer asistiendo, en las diferentes actividades que tengan los programas sociales, institucionales, parroquiales, etc.

4.   El valor de la humildad:

Es un valor olvidado en gran medida por nuestra sociedad. La Navidad es buen momento para practicar este valor, dar al otro lo que a ti te sirve; y esta entrega puede ser en víveres, en ropa, en juguetes, en compañía, en visitas domiciliarias, etc. Si eres adolescente teniendo el apoyo, el cariño y la atención de tus seres queridos y/o amigos que elijas y/o conozcas bien para que siempre te sientas acompañado y no solo.

5.   El valor de la gratitud:

Es un valor que reconoce con buena voluntad el tiempo que te dedicaron tus padres cuando eras niño, adolescente, joven, en los momentos de soledad, de tristeza y también de alegría. En el calendario católico esta expresión se manifiesta con la Venida de los Reyes Magos que simbolizan los obsequios dados al Niño Dios en los cofres que contenían indistintamente: oro, incienso y mirra.

Oro que hoy simboliza en la vida del niño: la vida como tal, la dedicación de los padres, la atención, el amor, el cuidado de ambos desde el momento de la concepción hasta el crecimiento y desarrollo.

Incienso que significa: los valores espirituales que tus padres sembraron en tu corazón para practicarlos durante la vida, a través de tu crecimiento y desarrollo.

Mirra que significa: el valor de la misión que te tocará realizar en la vida dando el ejemplo, cuidando tu propia vida y siendo solidario con los demás.

Todas estas expresiones enmarcan la fortaleza de la celebración de las Fiestas de la Navidad, en la familia, con tus seres queridos, y extendiendo esta conmemoración en los diferentes lugares del mundo.

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